Comunidades Organizadas: Organización Socio Comunitaria Garelli

Comunidades Organizadas: Organización Socio Comunitaria Garelli
Fuimos hasta Bernal para conocer un lugar diferente. La Organización Socio Comunitaria Garelli nació de un conjunto de pibas y pibes que ante la adversidad decidieron pelear con sus armas, y nos mostrarán cómo trabajan en conjunto para los pibes y pibas de su comunidad sin renunciar a sus ideales. Una historia que merece ser contada.

Fuimos hasta Bernal para conocer un lugar diferente. La Organización Socio Comunitaria Garelli nació de un conjunto de pibas y pibes que ante la adversidad decidieron pelear con sus armas, y nos mostrarán cómo trabajan en conjunto para los pibes y pibas de su comunidad sin renunciar a sus ideales. Una historia que merece ser contada.

El Garelli se encuentra en la Av. Las Heras 420, Bernal. Allí, a metros de distancia se encuentra La villa El Monte, una de las más antiguas de la ciudad. Sus inicios se remontan a los años 50 cuando atraídos por la posibilidad de trabajar, numerosos compatriotas llegaron a Quilmes en momentos en que la industrialización parecía encaminada al futuro. Pero paralelamente, el acceso a la vivienda, a la tierra incluso, se hacía imposible para las franjas menos capacitadas de la sociedad.

Luego de la crisis del 2001, un grupo de jóvenes comenzó a trabajar para intentar cambiar la realidad que golpea indiscriminadamente a los sectores más vulnerables de una sociedad que padecía los “guadañazos” que propiciaba una política neoliberal a estos sectores. Pero de esto hablaremos más adelante.

El edificio donde reside el “Garelli” es inmenso. Con una planta baja y un primer piso que se extiende a lo largo de toda la propiedad. Con aulas en ambas plantas y un salón para eventos de gran magnitud. La diversidad de colores en sus paredes parece marcar un rumbo porque en sí mismo es un mensaje, y cada palabra escrita en ellas es un aliento para ellos y para la cantidad de chicos que concurren diariamente.

Al ingresar nos reciben cordialmente Juan Pablo Campos, Noelia Peyraube y Juan Manuel Quintana, que nos hablarán de los comienzos de esta historia. Así arranca Juan Pablo Campos: “Mi lugar en el espacio es desde la educación popular, acompañar los procesos de pibas y pibes trabajando desde la coordinación, y todo lo que requiere la vida institucional del espacio. Este espacio nace en Julio del 2001, en plena crisis social y nace como una necesidad de adolescentes con unos amigos que decidimos acompañar a pibas y pibes que estaban pidiendo monedas y vivían en estaciones de trenes de Quilmes y Bernal. Eran un grupo de 15 o 20 pibes que vivían en la estación. Allí nace esa primera propuesta de acercarnos, acompañarlos y generar un vínculo. Nosotros venimos de la Casa Salesiana de Bernal, Obra de Don Bosco, y allí estuvimos los dos o tres primeros años con esa actividad recreativa acercándonos a los pibes. En el 2003/4 comenzamos a adentrarnos en los barrios de Quilmes y Bernal y el trabajo se hizo más territorial, más en su zona. Acá llegamos recién en el 2005 y comenzamos con las primeras actividades. Esto era una fábrica y después fue un comedor comunitario, y el lugar estaba bastante caído. Tuvimos que trabajar y le metimos desde el 2006/7 para reconstruir este espacio para que se convierta en un lugar educativo, cultural y de salud comunitaria”Afirma Juan Pablo.

Noelia Peyraube, de 30 años, escucha atentamente cada palabra de Juan Pablo y asiente cada dicho como dando por hecho que el mensaje es el que piensan todos y cada uno que trabaja en el lugar. No habrá contradicciones en sus palabras porque el camino y la obra que siguen construyendo circula sobre ideales inclaudicables.: “Mis dos hermanos más grandes participaban del espacio. Yo tenía 13 años y ellos me invitaron y empecé a participar. Primero venía a jugar, con el tiempo me fui quedando y para luego ser hoy educadora o coordinadora. Fue un proceso que pasó de ser una niña que venía a jugar, pasé a formarme y para luego trabajar como coordinadora de las actividades diarias, pero también más de lo institucional. Participar de reuniones por fuera del espacio en instituciones y articulando actividades operativas con otras organizaciones”. Asegura Noelia.

Juan Manuel Quintana, de 27 años, permanece en silencio como esperando su turno ya que también tiene su historia para contarnos: “En el 2009/10 empecé yo, veníamos con unos amigos a jugar al fútbol los sábados. Juan Pablo salía los sábados a invitar a los pibes del barrio a jugar al fútbol y así vinimos. Y de todos los chicos que veníamos fui el único que me quedé en el espacio. Tengo todos mis primos que viven en el barrio y me gustó el lugar y me fui quedando. En el 2011 salió una convocatoria para formarse como educador, que en su momento se decía pre animador, me empecé a formar y cuando terminé la escuela en el 2013 empecé a estar todo el tiempo acá. El educador trabaja en los espacios de recreación donde estamos al lado de los chicos, los hacemos jugar trabajando en la educación y en lo social”. Dice Juan Manuel dejando bien en claro su tarea en este espacio.

Si bien en el Garelli hacen un registro de chicos a principio de año, luego pasa a segundo plano ya que se abre a las inquietudes que tengan las pibas y pibes que quieran asistir: “Hay muchas propuestas, es como una flor con muchos pétalos. Los chicos asisten aquí como un espacio comunitario, ellos eligen si vienen a un centro juvenil, cultural o recreación por la tarde, o simplemente jugar a la pelota” Dice Juan Pablo, y Noelia agrega: “Las propuestas más fuertes son el centro de día, que vienen específicamente a aprender todo lo que tenga que ver con la escuela, lectura y escritura. Por la tarde los lunes, miércoles y viernes funciona recreación que es para chicos de 6 a 12 años, centro juvenil para chicos de 13 a 17 años, de lunes a jueves funciona la “juego teca” que es para más pequeños de 3 a 5 años, y también tenemos el espacio de primera infancia que se abrió este año que también es por la mañana para nenes y nenas de 1 a 3 años.” Finaliza completando una estructura de trabajo que impresiona.

La misma estructura que tiene aquí el Garelli la tienen en la villa Eucaliptus, Quilmes, y si bien están más adentrado en el barrio porque trabajan desde adentro, los talleres y todo el trabajo comunitario es el mismo. Por lo que no solo se intenta transformar la realidad de los pibes o pibas de un barrio, trabajan como una red comunitaria para lograr acercarse y absorber, desde su perspectiva, visión y filosofía, la mayor cantidad de “realidades” posible. Un camino que lleva más de 20 años y que comenzó con las inquietudes de unos chicos que sintieron la necesidad de estar, de acompañar y construir.

Semejante estructura debe ser sostenida por un esquema de ingresos sostenido, y así lo explica Juan Pablo: “Toda organización tiene su esquema de sustento, nosotros tenemos un sistema que se apoya en tres patas. Una que viene de ayudas particulares como la que viene de familiares o amigos, una segunda pata donde promocionamos eventos nosotros y podemos generar dinero genuino por decirlo de alguna manera, y una tercera que es la pata del estado. Y si bien toda nuestra tarea es la que debería estar haciendo el estado, que es quien debe garantizar el desarrollo pleno de todos los pibes y pibas del país, Nosotros a través de convenios provinciales y municipales vamos armando algunos proyectos como el centro juvenil, donde recibimos presupuesto para comprar alimentos, campamentos, salidas, viáticos, por ejemplo. Pero siempre lo tomamos como una restitución de derechos”. Cierra Juan Pablo.

Estos tres jóvenes hablan con una experiencia de haber vivido, de conocer desde adentro la verdadera problemática de los barrios en los que viven y transitan, y sueñan con mucho más. Lo conseguido es solo el principio y ellos van por más, así empieza Noelia: “Yo me veo en este espacio, con otro rol, articular y hacer redes con otros espacios para seguir ampliando. Con otras propuestas en otros lugares y que en este lugar se sigan sumando más pibes. Porque si el contexto como sociedad mejora esto seguirá funcionando, que no todo pase por si un chico come o no, sino el poder enfocarnos en el desarrollo de los pibes”. Cierra Noelia.

“Hay que seguir trabajando en la formación. Nosotros no somos dueños del lugar, son espacios comunitarios que trabajan para la comunidad. Sueño que este espacio perdure de acá a 50 años, pero con el ojo puesto en la comunidad, sin intereses individuales, siempre pensando en el conjunto. Tanto en Monte, Eucaliptus o la Quinta intentamos transformar la realidad, que sea un poco más justa. Es muy difícil, a veces dan ganas de tirar la toalla, pero seguimos porque el sueño, utópico si queres, es una verdadera transformación. Ninguno de nosotros es imprescindible por eso hay que seguir formando, para que, dentro de 20, 30 o 40 años sigan por este camino que iniciamos” Finaliza Juan Pablo.

“Sueño con que haya más organizaciones de las que hay hasta el momento, que haya más sedes como la del Garelli. Que la inocencia de los pibes perdure en el tiempo, que siempre elijan seguir jugando. Que no tengamos que preocuparnos por el alimento sino por su desarrollo individual y su formación, y que en algún momento el trabajo de los educadores sea reconocido por el estado”. Concluye Juan Manuel.

En la recorrida final de este impresionante lugar Noelia y Juan Manuel nos invitan a la planta alta. Al llegar allí descubriremos algo que nos impactó: más de cincuenta chicos jugando. Dos canchas de fútbol, un metegol y un buffet solo para ellos. El sol pegaba en las paredes con una intensidad de colores que volvía todo más primaveral. Esas caras sonriendo y jugando contagian porque de repente nos encontrábamos sonriendo con ellos y, además, explican todo lo que nos contaban Juan Pablo, Noelia y Juan Manuel. No había más que hablar, solo mirar y entender que esta es una historia que merece ser contada.

Claudio Calleros

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