Comunidades Organizadas: Club Social, Deportivo y Cultural Mitre

Un Club es más que un lugar donde realizar deportes y actividades artísticas, es también un sitio de amistades, amores y un espacio en el que creamos un gran vínculo de pertenencia. Un ejemplo de esto es el Club Social, Deportivo y Cultural Mitre de Quilmes. Sus 88 años de vida tienen mucho para decir, y hasta allí fuimos para conocer ese histórico lugar.
En Mitre 1417, entre Dorrego y Mármol, se encuentra este Club Social, Deportivo y Cultural Mitre -que en sus épocas doradas recibió a artistas como Roberto El Polaco Goyeneche, Julio Sosa, Sandro, Palito Ortega, Piero y Los Gatos- ahora también es un lugar de formación de talentos artísticos locales.
Cuando ingresamos al lugar que abre sus puertas 17:30hs, nos recibe un aroma inconfundible que la cabeza asocia inmediatamente a nuestro hogar, porque las personas que se encontraban allí estaban picando cebolla, morrones y carne en una mesa; Se estaban preparando para un evento del próximo día. Esas lentejas que oficiarían de menú son una primera muestra de la dedicación que todas esas personas. Entre ellos surge Juan Borzi, el presidente de este club, que luego del saludo se lava las manos y nos invita a conocer el lugar.

“Siempre estuvimos asociados al deporte y a la cultura. Todos los clubes nacen en y con el barrio y es una necesidad fundamental, un paradigma que la dictadura quebró que es que el lugar de reunión dejó de ser fuera de las casas. Cualquier laburante salía y se tomaba su vermut antes de sus casas, ahí se charlaba con sus vecinos de cosas importantes y otras no tanto. En los clubes pasaba eso, la gente venía a no hacer nada, a hacer tiempo, cuando no tenía nada que hacer venía al club. Ahora no pasa eso, los chicos vienen a jugar al futbol, pero apenas termina el partido se van. Es algo que se debe recuperar, el lugar para estar, el de óseo, el de reunión con amigos, donde se viene a aprender, pero también a pasar el tiempo. Lo debemos hacer y creo que vamos en camino” Afirma Juan, siempre con un dejo de nostalgia en sus palabras. Y continua; “Hay cambios que son generacionales, porque justamente hay generaciones que se perdieron de reunirse y de juntarse. El miedo de que te roben un televisor en vez de contratar un seguro, el miedo de salir y hablar con tu vecino en la vereda. Los pibes no es que no juegan al futbol por culpa de las redes sociales, los padres y abuelos ya dejaron de hacerlo, entonces son varias generaciones que revertir, hay que volver a generar esos lugares de reunión para encontrarse con sus pares. Lo banal lo cotidiano van de la mano de esos lugares seguros, que sirven para crecer. Todo eso es un club de barrio”
Juan siente que todo eso se puede recuperar, porque tiene tan arraigado el sentimiento por este club que verdaderamente es histórico. Porque comenzó a funcionar el 29 de mayo de 1934 con el nombre de Centro Cultural y Biblioteca “Pedro J. Polonioli”, hasta que, pasada la década del cuarenta toma el nombre definitivo de Club Social y Deportivo Mitre. La sola mención de algunos nombres da la pauta de la rica actividad cultural, artística y social de la institución. Si nos referimos a sus primeros años, vale recordar que por su escenario pasaron artistas como Roberto Goyeneche, Julio Sosa, Sandro y los de Fuego, El Club del Clan con Palito Ortega, Dean Reed, Violeta Rivas, Claudia Mores, Roberto Rimoldi Fraga y Juan Ramón. Y el último baile con artista en vivo, cuando actuó Piero en una noche de lluvia, con más de mil personas en el club.

Ya entrado el nuevo milenio, y después de varios años de abandono en la década de los noventa, la institución fue recuperada por un grupo de vecinos, y comenzó una nueva etapa de arduo esfuerzo para que este histórico club volviera a cumplir su función social. Así, recomenzaron las actividades deportivas, culturales y artísticas, todas ellas con una cuota accesible, que posibilitó la inclusión de amplios sectores de la sociedad y, al mismo tiempo, permitió a la institución ir restaurando y ampliando sus instalaciones, pero esa lucha nunca fue fácil, lo que es tan sencillo de destruir es muy difícil luego volver a construir. De esto también habla Juan: “Aquí tenemos una biblioteca, pero la gente no sabe como relacionarse con lo que tenemos aquí. Es una biblioteca que la miran desde lejos, solamente los niños con su desparpajo los llevan y utilizan, pero la gente grande perdió esa relación. Con los clubes también, no entendían que no alquilamos la cancha de fútbol o el salón, está para usar y solamente tenes que ser socio del club. No se alquila, si sos socio usalo. Ese tipo de cosasocurren porque son generaciones que perdieron la costumbre de relacionarse de esa forma”. Analiza de forma tajante.
El Mitre tiene, además, algo poco usual para un club de barrio, como son sus dos orquestas -la Típica del Mitre y Del Mitre Jazz Band-, la murga estilo uruguaya “5 Pal Peso” y el ballet folclórico “Pampa Quilmeño”. En sus instalaciones hay, además, actividades como fútbol, básquet, patín artístico, taekwondo, arte infantil, robótica infantil, clases de batería, tango, folclore, danzas árabes, zumba, biblioteca. Y un moderno gimnasio construido recientemente. Orgulloso, Juan nos habla de todo esto: “Nosotros empezamos en este club sin saber de clubes. No nos financiamos con la cuota social ni con las actividades tradicionales de los clubes. No sabíamos nada de esto. Yo soy músico de vocación y tampoco vivía de la música y con la gente que vinimos empezamos a hacer cosas relacionada con lo que sabíamos hacer. Hicimos una orquesta típica, una de Jazz, murga estilo uruguaya, y a partir de la música logramos poder financiar esto. Espectáculos por los derechos humanos, para niños de todas las edades y con todo eso financiamos el club. Aparte mantenemos todos los deportes tradicionales que son parte de la vida de este lugar. Lo que tenemos de diferente son las orquestas formadas por socios y vecinos, y que son nuestro orgullo” Finalizó.

Desde el comienzo de la pandemia, conforme lo indican las normativas sanitarias, las actividades del club estuvieron suspendidas. Sin embargo, cuando la situación lo permitió, la institución realizó campañas solidarias de recepción y entrega de ropa de abrigo, y fue sede, también, de jornadas de donación de sangre y plasma y de inscripción para el programa de vacunación VacunatePBA contra Covid-19. Así lo cuenta el presidente; “Siempre nos preocupamos por tener un costado solidario, hemos juntados frazadas en invierno y comida que se repartió en comedores y siempre que se nos requirió estuvimos dispuestos a colaborar. La pandemia nos pegó fuerte a todos, pero nunca dejamos de trabajar a pesar de todo porque fuimos un centro de vacunación y hasta nos propusieron tener un centro oncológico, pero no se pudo hacer al no tener lo mínimo que se requiere para este tipo de trabajo. Hoy aquí funciona FINES cuatro días por semana y no se pide nada a cambio, simplemente el orgullo y la gratificación de que chicos mayores puedan terminar el secundario” Cerró.
Juan Borzi es el presidente de este club, pero en realidad es un colectivo de personas que trabajan en una igualdad de condiciones. La comisión directiva son once personas, pero son muchos mas los que le dedican la vida a este lugar. La clara e impactante imagen es la de todos reunidos alrededor de una mesa picando cebolla. Este colectivo también sueña siempre con un club mejor. Se enorgullecen de lo que hacen, pero siempre buscan más: “Nosotros queremos tener un club abierto a la comunidad, con mas proyectos, mas actividades, mas orquestas, un lugar mas amplio. En realidad, no es mucho, pero siempre estamos para seguir creciendo, de a poco, y porque no recibir un poco de ayuda para seguir mejorando lo edilicio. Pero todo lo demás lo vamos a seguir haciendo”. Concluyó.
Nos vamos con ma seguridad de que estas personas conectan con la sociedad y su barrio desde otro lugar, un lugar donde las actividades que realizan aquí necesariamente deben transitar junto al arte. Ellos no saben hacerlo de otra forma, el arte como la música y sus variantes deben ir en una calle paralela junto a la solidaridad. Su lucha por lograr que el vecino se acerque al club y lo sienta suyo jamás se va a apartar de sus convicciones, y es algo conmovedor.
Claudio Calleros
