Picasso, el gran experimentador
A 50 años de la muerte del artista español, el Bellas Artes expone la totalidad de las obras que posee el museo del creador del cubismo. En esta entrevista, la curadora de la muestra, Paola Melgarejo, da detalles de la exhibición y dice que el autor del Guernica “nunca dejó de experimentar con nuevos lenguajes artísticos”.
El Museo Nacional de Bellas Artes (MNBA) se suma a los homenajes que el mundo del arte le rinde al artista español Pablo Picasso al cumplirse hoy 50 años de su muerte con la muestra Picasso en el patrimonio del Museo, que reúne más de 30 obras entre dibujos, grabados, cerámica y pinturas que pertenecen al acervo institucional.
Lo interesante de la muestra es que, siguiendo el recorrido propuesto, se puede ir descubriendo (parte de) la vida y de la obra de Picasso; desde sus inicios, ya que hay expuestos algunos de sus primeros grabados, y a lo largo de su carrera: hay grabados, acuarelas, dibujos, un óleo de gran formato y hasta cerámicas, una técnica que aprendió a los 65 años. A través de estas creaciones, pueden verse las principales temáticas en las que el español trabajó durante su vida, como las mujeres, los ateliers, la situación política, la tauromaquia y los animales fantásticos.
El recorrido es una idea de Paola Melgarejo, la curadora de la muestra, quien en esta entrevista explica las particularidades de esta muestra y también de la vida del artista español. Melgarejo, investigadora del Bellas Artes y especialista en arte europeo del siglo XIX y XX, cuenta que Picasso experimentó en todas las técnicas y lenguajes de las artes plásticas durante toda carrera. De joven quiso aprender grabado, que entonces no se enseñaba en las academias y a los 65 años conoce una alfarería y decide aprender cerámica. Y, además, fue cambiando hasta cuando le iba bien y tenía éxito. Por ejemplo, después de catapultarse con el cubismo, lo abandonó por un tiempo en un período que se conoce como el retorno al orden. “Fue un innovador. Me parece que ese riesgo que él tomaba en todo momento es algo destacable”, dice la curadora.
Entre las obras en exhibición, datadas entre 1905-1959, se encuentra Mujer acostada, óleo de gran formato de 1931, una pieza mayor del acervo del museo, en la que está representada Marie-Thérèse Walter, madre de su hija Maya.
“Pongo en mis cuadros lo que amo”, dijo Picasso en 1936. El pintor representó a las mujeres que marcaron su vida, y que se reiteran por etapas, como parte de sus búsquedas experimentales en torno a la figuración y al cubismo. “En la exposición quisimos reivindicar que no eran sólo sus musas estas mujeres porque las mujeres que aparecen representadas fueron sus parejas y en general fueron mujeres que tenían su propia vocación, su identidad”, cuenta Melgarejo.
-¿Por qué Picasso es uno de los grandes pintores de la historia?
-Picasso es uno de los artistas que impulsó las vanguardias históricas, esos movimientos artísticos que rompieron con la figuración tradicional. Desde muy joven, cuando se fue a vivir a Montmartre en 1904, empezó a experimentar con los lenguajes artísticos y, hacia 1907, dio inicio al cubismo.
El cubismo rompía con la figuración tradicional porque rompía la perspectiva, el punto de vista único; desde entonces, las formas aparecen fragmentadas, con diversos puntos de vista, en espacios rebatidos; es una nueva manera de ver una obra de arte. A partir de ese momento no dejó nunca de experimentar con nuevos lenguajes artísticos, se fue rehaciendo una y otra vez.
El cubismo, de hecho, tiene etapas diferentes, el cubismo analítico y el cubismo sintético; eso marca la búsqueda constante por innovar los lenguajes artísticos, por cambiarlos, por hacer una ruptura entre el arte previo a las vanguardias de 1905, 1906 y aquel presente; el presente de esta nueva generación que rompe con las formas, con los colores, con las ideas que se tenía sobre el lenguaje moderno.
-¿Cómo el museo adquiere las obras de Picasso que hoy se encuentran en exhibición?
-Hasta 1956 el museo no contaba con ninguna pieza de este artista y es entonces cuando se empieza a pensar en esa posibilidad. En 1956, el director del museo era Jorge Romero Brest y, en su gestión, un grupo de aficionados asistentes al museo, se entusiasma con la idea de tener obras de Picasso. Este grupo de aficionados, en conjunto con la Asociación Amigos, reúne fondos con el objetivo de comprar obras que puedan ser donadas al museo. Este objetivo se logra; se juntan estos fondos y Romero Brest selecciona las obras en la galería en París de Daniel-Henry Kahnweiler, que era el marchand de Picasso. Romero Brest elige un grupo de grabados y cerámicas, y además dona obras de su propia colección como Sueño y mentira de Franco y una cerámica. En 1958 ya estaban casi todas las piezas que hoy se pueden ver en la exposición. Unos años después, en la siguiente gestión, la de Samuel Oliver, el museo adquiere dos obras más a la Fundación Torcuato Di Tella; que estaba cerrando sus puertas y se compran entonces una acuarela, que es La mujer desnuda de espaldas y una pintura al óleo que es Mujer acostada de 1931. Así que en esta ocasión se puede ver la totalidad de las obras compradas en ese entonces y que son la totalidad de las obras de Pablo Picasso que tiene el museo.
-¿Cómo y cuándo Picasso aprendió la técnica del grabado? ¿Qué importancia le da esta técnica?
-Picasso aprendió la técnica del grabado sobre chapa cuando tiene unos 22, 23 años y vive en Montmartre. Antes había hecho algunas experiencias en grabado sobre madera, pero no había podido aprender esta técnica en las academias donde estudió, que fue en la Academia de Bellas Artes de Barcelona y en la Academia de San Fernando en Madrid. El método de enseñanza de las academias era muy tradicional y ponía el énfasis en la enseñanza del dibujo. Ya viviendo en París, siendo muy joven y también muy pobre, sus amigos pintores le enseñaron a grabar en chapas con un buril y, como no tenía fondos suficientes para comprar una chapa, reutilizó las que dejaban otros artistas. Las técnicas del aguafuerte, la punta seca las aprende practicando una y otra vez en estas chapas. En ese momento, entre 1904 y 1906, pudo hacerlas estampar pero de cada chapa sacó unas pocas estampas. Tiempo después, para 1909, 1910, Picasso ya era un artista reconocido y los marchands de entonces, sobre todo Daniel-Henry Kahnweiler y Ambroise Vollard, compraron estas chapas en 1911, 1912 y las hicieron estampar y sacaron varias estampas de cada una. Este fue el inicio del interés que tuvo por esta técnica pero, a lo largo de toda su vida, va a realizar numerosísimos grabados en series. Hay series de grabados que él hace de un tirón en poco tiempo, por ejemplo 100 grabados para la Suite Vollard o, al final de su vida, hace experiencias con una serie de 347 grabados, otra de 100 grabados también. Va a realizar gran cantidad de grabados en diferentes técnicas, porque experimenta siempre, no sólo aguafuerte y punta seca, sino que va a experimentar con el aguatinta, va a utilizar otras técnicas que requieren diversos materiales, la litografía, el linograbado, es un artista siempre en la búsqueda de técnicas novedosas.
-Uno de los temas que aparece en la muestra es “el artista y su atelier”, ¿por qué este tema se convierte en uno de los temas “picassianos”?
-Este tema le interesó muy tempranamente. Hay obras ligadas a esta temática desde 1914 y, en 1972, unos meses antes de morir, estaba también trabajando con esta temática. Es una manera de abordar su propia existencia diaria, que la pasaba en esos talleres. Él tuvo varios talleres, en París, pero también en otros lugares donde vivió, como en la Costa Azul, y además cada vez que se trasladaba a algún lugar montaba un pequeño atelier. Así que el atelier y su modelo es un tema ligado a su propia vida. Es un modo de reflexionar sobre sí mismo. Picasso dejó dicho que sus obras eran autobiográficas, que había que leerlas como páginas de su diario. Así que en todo momento que aparecen estas escenas del artista en su atelier, en pinturas y en grabados, hay que leerlas como esas páginas de su diario, como momentos de su vida diaria en los que él estaba en ese atelier con su modelo y pasaba muchas horas investigando nuevos lenguajes. Esas modelos aparecen a veces representadas de manera figurativa, pero otras veces de manera cubista, surrealista. Él va haciendo sus propias experiencias. Es como un espejo de sí mismo esta temática.
-El tercer núcleo de la muestra se llama Femmes, Retratos de Mujeres. ¿Nos podrías contar cómo era la relación de Picasso con las mujeres de su vida y cómo aparecen representadas en su obra?
-Las mujeres son el centro de su obra y de sus experiencias porque a través de la representación de estas mujeres, él va abordando diferentes lenguajes y va experimentando con distintas técnicas.
En la exposición quisimos reivindicar que no eran sólo sus musas estas mujeres porque las mujeres que aparecen representadas fueron sus parejas y en general fueron mujeres que tenían su propia vocación, su identidad.
Olga Khokhlova, su primera esposa, fue una bailarina de la troupe del ballet de Diáguilev. Dora Maar fue pintora y fotógrafa surrealista. De hecho, en el museo tenemos una pintura de ella hecha en 1934 y fue una mujer con una postura política muy fuerte que lo impulsó a tomar una postura antifascista en el contexto de la Guerra Civil Española y la Segunda Guerra Mundial. Lo influyó y él la influyó a ella, porque ella hacía fotografías surrealistas y él la impulsó para que empezara a pintar, que se dedicara a la pintura. Ella ya había estudiado pintura pero su vocación estaba volcada hacia la fotografía. Françoise Gilot fue una artista, también una pintora, fue y es porque vive actualmente. Fernande Olivier también pintaba. En general se las vio siempre como las musas de Picasso pero hoy en día se intenta devolverles su identidad, su identidad como mujeres, como profesionales, más allá de la vida de Pablo Picasso. Y a nivel personal con sus parejas, Picasso tuvo relaciones muy apasionadas pero también muy tormentosas. Estar con Picasso les permitió, a las distintas parejas que tuvo, ingresar al mundo cultural de entonces, porque Picasso tenía una personalidad fuerte, atraía a poetas, bailarines, personajes de la moda, a otros artistas. Él se codeaba con todo el mundo cultural y, al ser la pareja de Picasso, eso les permitía a ellas moverse en ese círculo. Pero, por ejemplo, Dora Maar antes de conocer a Picasso ya se movía en el círculo de los artistas surrealistas. Y Olga Khokhlova ya se movía en el círculo del ballet, pero a partir de estar con él, ese contacto se hace más fuerte, pueden conocer a otras personalidades. A la vez, ellas tuvieron que estar en una relación desigual. Picasso era un hombre del siglo XIX, nació a finales del siglo XIX y en sus relaciones amorosas había celos, de parte de él, desplantes y muchos abandonos. Son mujeres que en parte sufrieron estas relaciones, todo este costado emocional era difícil para ellas. Así que todo aquello que les traía ese mundo cultural, ese brillo de estar al lado de una figura como Pablo Picasso también tenía otro condimento, una parte un poco sombría ligada a la personalidad de él y, en general, ellas sufrieron esta situación. La mujer que pudo resolver esto de otra manera fue Françoise Gilot, la madre de sus hijos Paloma y Claude, que fue quien pudo terminar la relación con él. A ella no le satisfacía una relación tan desigual y pudo dejarlo atrás, pero las otras mujeres lo sufrieron más.
-A través de una serie de grabados, en la muestra también se puede ver el compromiso político de Picasso. ¿Cuál es la historia de esos grabados y su relación con el Guernica?
-Desde 1904 hasta su muerte en 1973, Picasso vivió en Francia, pero cada tanto volvía a Barcelona a visitar a su familia. La última vez que había estado había sido en 1934. En 1936 estalla la Guerra Civil española y el gobierno republicano necesita fondos, necesita ayuda, necesita el compromiso político de la gente que vive en otros países, entonces le pide a Picasso un mural en favor de la causa republicana para el pabellón español de la exposición internacional de París que se iba a hacer en 1937. Es enero de 1937 y Picasso empieza a realizar la serie de grabados que después iría a denominar Sueño y mentira de Franco, porque la idea también era recaudar fondos para la causa republicana vendiendo estos grabados. Estos grabados están realizados en dos chapas y cada chapa tiene nueve viñetas. Empieza en enero con una chapa y hace las nueve viñetas y también realiza cinco viñetas de la segunda chapa. Están todas ligadas al general Franco, quien está satirizado. Son escenas donde Franco aparece con una imagen monstruosa, rezándole al dinero o destruyendo personas o animales. Lo muestra en este modo bastante fuerte y satírico y está en este proceso cuando, a fines de abril, se entera del bombardeo sobre la población vasca de Guernica, en España. Entonces se le ocurre el tema para el mural que le habían pedido y empieza a trabajar en una gran tela con la temática que hoy conocemos como el Guernica. Esta tela es un alegato ligado a este suceso en España. Lo impulsa la propia Dora Maar, su pareja en ese entonces; ella tenía un compromiso político antifascista y lo impulsa a trabajar en estas obras y a tomar esta postura política. En el Guernica, pueden verse mujeres que lloran, que gritan, niños muertos y, en el contexto de realizar el Guernica, Picasso termina los grabados que venía haciendo, que le faltaban hacer cuatro viñetas. Estas cuatro viñetas están totalmente ligadas al Guernica: también se pueden ver mujeres que gritan, niños muertos, o sea, ya una temática distinta a la que representaba la sátira al general Franco. Estos grabados se vendieron en un stand frente al Guernica, que finalmente se montó en el pabellón español de la exposición internacional de París, así que en el mismo espacio se podía ver la pintura y, enfrente, los grabados de Pablo Picasso.
-En el último eje de la muestra hay una serie de ocho platos de cerámica. ¿Cómo llega Picasso a esta técnica?
-En 1946, él estaba en la Costa Azul francesa y conoce la alfarería Madoura. Se entusiasma con esta técnica y pide que se la enseñen. Así que empieza a ir día tras día a este taller para aprender la técnica de la cerámica. Al principio, dice que le resulta difícil porque tiene que poner los colores previamente sin saber cómo van a quedar después del horneado. Incluso las formas también se modifican con el horneado, pero como es una artista muy experimental, empieza a usar todo esto a su favor, a experimentar con distintas posibilidades de la técnica. Y desde ahí, hasta el final de su vida, va a hacer numerosas cerámicas, siempre ligado a esta alfarería. Él se va a instalar en la Costa Azul francesa así que va a estar en contacto permanente con el matrimonio Ramié, que es el matrimonio que regentea esta casa de cerámicas. Es una técnica en la que experimenta varias de sus temáticas: la tauromaquia, los animales y los personajes fantásticos, los faunos, los centauros. Le va a resultar una técnica que lo entusiasma mucho y, a la vez, una nueva posibilidad del arte que hasta el momento no había tenido en cuenta. No toma la cerámica como una técnica menor.
Todas las técnicas que él aborda les da el privilegio y la importancia de técnicas principales del arte. Cuando pinta, cuando hace grabados o cuando hace cerámicas o esculturas, para él todas son técnicas que privilegia y que merecen un lugar destacado dentro de la historia del arte.
-A nivel personal, ¿qué es lo que a vos te cautiva de Picasso?
-Yo creo que la pasión que puso en su vocación, en su profesión. Él tuvo una facilidad innata, porque no es lo común que un niño a los ocho años dibuje y pinte de la manera en la que él lo hacía; a los trece años se destaca como artista académico. A los quince años también, en la Academia de Bellas Artes, realiza unos dibujos que no son comunes a esa edad. Pero a esta vocación innata, le suma un trabajo infatigable, día tras día, desde que es un niño hasta su muerte a los 91 años.
Día tras día trabaja en su arte y me interesa eso, la idea de que el trabajo diario produce al final una vocación, una obra, una producción, en el sentido que sea. La vocación necesita de ese trabajo diario, él era un trabajador de lo suyo.
También me interesa que experimentó muchísimo en todas las técnicas y no se quedó con un solo lenguaje. Ni cuando le iba bien se quedó en un lenguaje o en una técnica, porque en la Academia de Bellas Artes cuando él tenía catorce años, haciendo trabajos académicos le iba muy bien, se destacaba y no se quedó en ese lenguaje, se fue a París y practicó otros lenguajes. En 1901 era muy joven, expuso por primera vez, y él tenía el estilo de (Henri de) Toulouse-Lautrec en ese entonces, le fue bien, le fue bien también en sus períodos azul y rosa, le empezó a ir bien con estas obras y sin embargo no le bastaba, no le alcanzaba y buscó el cubismo y una vez que tuvo éxito con el cubismo, años después volvió a la figura humana en un período que se llamó el retorno al orden, es decir que tampoco se quedó con lo que le daba fama, prestigio, siempre estaba a la búsqueda de un lenguaje nuevo y de hecho hasta el final de su vida estuvo en esa búsqueda. Fue un artista que hasta sus últimos días hacía cerca de una obra por día y siempre innovando en las técnicas y en los lenguajes. Me parece que ese riesgo que él tomaba en todo momento es algo destacable y esa idea de que para destacarse en una profesión hay que ser un trabajador y dedicarle tiempo diariamente, que al final la profesión se va armando con esos días repetidos donde él trabaja, donde investiga, donde experimenta y al final eso da como resultado un artista de esta calidad.
Sobre la vida de Pablo Picasso
Nació el 25 de octubre de 1881 en Málaga, al sur de España, en el seno de una familia burguesa. Empezó a pintar a los ocho años, bajo la guía de su padre, José Ruiz y Blasco, pintor y profesor de dibujo. A los catorce años, comenzó sus estudios en la Academia de Bellas Artes de Barcelona y más tarde los siguió en la Academia de San Fernando, en Madrid.
Ya de niño mostró un talento excepcional para la pintura y fue un destacado estudiante de las academias de arte, pero encontró esta enseñanza anticuada y la abandonó.
A los 22 años (1904) se va a vivir a Francia y se instala en el viejo edificio conocido como el Bateau-Lavoir, en el barrio parisino de Montmartre. Allí es donde sus amigos pintores le enseñan la técnica del grabado. En esta etapa de juventud busca su propio estilo, realiza sus obras de los períodos azul y rosa, en pinturas protagonizadas por mendigos y arlequines, y en 1907, comenzó a experimentar con el cubismo en su pintura Las señoritas de Avignon.
“Picasso no aceptaba la realidad visual como algo innato e inevitable. Por el contrario, era siempre consciente de que todo lo que veía podría haber tomado una forma distinta, de que detrás de lo que se ve hay otras cien posibilidades visibles que han sido rechazadas”
dice el escritor y crítico de arte inglés **John Berger** en el prólogo que escribió en 1987 para la reedición de su libro *Fama y soledad de Picasso*, que había sido publicado en 1965.
Como cuenta la especialista en arte Paola Melgarejo, “fue un artista siempre en la búsqueda de técnicas novedosas”, que nunca dejó de experimentar lenguajes nuevos en el transcurso de su vida.
“Su diabólico impulso hacia la invención, a veces profundo y a veces superficial, se derivaba de esa convicción esencial de que, en el origen, lo visible es arbitrario”, continúa Berger.
En compañía de poetas y pintores como Guillaume Apollinaire, Amedeo Modigliani y Juan Gris, tiene una vida bohemia. Durante los años siguientes, junto a Georges Braque, practicó el cubismo analítico (representando las figuras desde múltiples puntos de vista), y el cubismo sintético (a partir de unas formas esquemáticas en las que incorporó los papeles pegados). Sus obras empiezan a ser adquiridas por importantes coleccionistas, como la escritora estadounidense Gertrude Stein, y marchands Daniel-Henry Kahnweiler y Ambroise Vollard.
En 1917 colabora con diseños de trajes y decorados para la de Ballet Ruso, dirigida por Sergéi Diágilev. Entonces conoce a Olga Khokhlova, una bailarina rusa, con la que se casó y tuvo a su hijo Paulo.
En los años veinte, su fama se acrecentó y vendió gran cantidad de obras, y entró en contacto con diferentes círculos artísticos, como los escritores de la “Generación perdida”, los integrantes del grupo surrealista, y con diseñadores de moda, como Gabrielle Chanel, y los bailarines y coreógrafos ligados al Ballet Ruso, ya que siguió realizando diseños para esta compañía.
A diferencia de muchos otros pintores, Picasso se hizo tremendamente famoso durante su vida y también cosechó fortuna y pudo vivir de su producción artística. “Su nombre lo conocen muchos que no podrían decir cómo se llama su primer ministro. En Inglaterra es tan famoso que Rafael en Italia. En Francia goza de más renombre que Robespierre (…) No cabe duda de que ningún otro pintor fue tan conocido por tanta gente”, escribía Berger en 1965 cuando Picasso aún vivía y agrega: “Desde los veintiocho años había quedado libre de preocupaciones monetarias, a los treinta y ocho era rico y desde los sesenta y cinco fue millonario”.
En la década siguiente, intercambió ideas y realizó viajes con artistas y escritores del grupo surrealista, como André Breton y Paul Éluard, e incorporó este lenguaje en algunas de sus obras. Su pareja de ese momento era Marie-Thérèse Walter, a quien retrató en múltiples obras y quien es la protagonista de Mujer acostada, óleo de gran formato de 1931 y una pieza mayor del acervo del Museo Nacional de Bellas Artes. Walter es la madre de su hija Maya.
Durante la Guerra Civil española, en 1937, influenciado por la postura política de la pintora y fotógrafa Dora Maar, su pareja por entonces, pintó uno de sus cuadros más famosos: el Guernica. Tras la Ocupación alemana de París en junio de 1940, mientras el Guernica se exhibía en varios países, su arte fue calificado de “degenerado” por el nazismo. Tras la Liberación de la ciudad en agosto de 1944, se afilió al Partido Comunista Francés. Esta postura antifascista le impidió volver a su país, ya que la dictadura de Francisco Franco se extendió hasta después de su muerte.
“Vivía en un extraño aislamiento del mundo: un aislamiento que no había escogido él mismo, sino que era una consecuencia de su inmensa fama”, cuenta Berger en el capítulo dedicado a Picasso del libro Sobre los artistas. Vol. 2.
En los años cuarenta, Picasso era terriblemente famoso, entonces se mudó al sur de Francia, que era una zona más tranquila. Vivió con su pareja Françoise Gilot, con quien tuvo a sus hijos Paloma y Claude, en una etapa prolífica en la que hizo pinturas, dibujos, grabados y esculturas.
En 1946, visita la factoría Madoura y queda fascinado con la alfarería, pide que le enseñen la técnica y comienza a ir todos los días para aprender. Tiene 65 años y siguen intactas sus ganas de seguir experimentando y conociendo lenguajes nuevos. En 1952, allí mismo, Picasso conoce a Jacqueline Roque, quien había empezado a trabajar en Madoura como vendedora. Él tenía 71 y ella 25. Sería su última esposa y a quien pintaría repetidamente durante los siguientes veinte años.
También se dedicaría a reinterpretar las obras más conocidas de Diego Velázquez, Eugène Delacroix y Gustave Courbet.
Sobre esta última etapa de su vida, Berger opina: “Durante el último período de su vida, sus copias de los antiguos maestros –como Diego Velázquez, Nicolas Poussin o Eugène Delacroix– fueron un intento de encontrar compañía, de restablecer una continuidad rota. Y le permitían unirse a ellos. Pero ellos no podían unirse a él. Y así, se quedó solo, como siempre lo hacen los viejos. Pero su soledad era irremediable, porque, como persona histórica, se separó del mundo de su tiempo, y, como pintor, de una tradición pictórica que se había continuado hasta él”.
Debido a un edema pulmonar, Picasso murió a los 91 años en su casa de Mougins, Francia, el 8 de abril de 1973.
“Toda la pintura trata del diálogo entre la presencia y la ausencia, y el arte de Picasso, en su sentido más profundo, se sitúa en la frontera entre las dos, en el umbral de la existencia, de lo recién comenzado, de lo inacabado”, dice Berger.
Fuente de los datos biográficos: Web del Museo Nacional de Bellas Artes; Berger, John. “Sobre los artistas. Vol. 2”. Editorial Gustavo Gili. Barcelona. España. 2018. Berger, John. “Fama y soledad de Picasso”. Alfaguara. España. 2013.