Vía para desarmar los rumbos

Ese era el pulso que te encontraba con la piel
desnuda al detenerse.
Y yo queriendo tenerte con esta sed de mártir.
Tu rostro giraba en la taza de café, y yo no te veía.
Pero si te veía, el dolor me hacía sentir como un
náufrago al buscarte.
Por esa vía, amanecí con el ocaso a cuestas.
Desde esa fogata me apagué los sueños, antes de
volverte cenizas.