Distante del amanecer
y más cerca del ocaso,
mi corazón vuelve a sentir,
y es en este estado
que sin pensarlo
me siento eterno,
no existe muerte,
ni amanecer ni ocaso.
Solo vida
que se detiene en una tarde
calma y apacible,
con la esperanza
de pasar sin escalas
a la luz
del nuevo día.
Sé por las miradas,
los besos,
los abrazos
y sobre todo por la fé
de este milagro,
que brotará el amor.
Ruego
que también
se encuentren
nuestras almas !

Claudio Barber

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